viernes, 15 de enero de 2010

Sesión Antonio Lastra

El martes tuvimos la suerte de escuchar una lección magistral de un buen profesor. Buen profesor no porque fuera benevolente con nosotros, todo lo contrario, sino que era buen profesor porque consiguió mantener nuestra atención durante una hora y media. No es fácil por muy universitarios y posgrado que seamos, aseguro que no todos lo consiguen.

Algo que me llamó poderosamente la atención fue la claridad de sus ideas. Dejó patente que las tenía muy pensadas y reflexionadas. Fundamental para una buena exposición. Consiguió dejarnos atónitos, 'pegados a la silla'. Tenía una metodología curiosa en su forma de preguntar. Algunos podrían decir que era excesivamente frío, otros incluso que impertinente, e incluso se podría llegar a decir que en algunos momentos fue humillante. No obstante, hay que ir más allá. Que un profesor sea 'amable' no significa que sea mejor que otros. "El profesor no es amigo de sus alumnos mientras sean sus alumnos". Palabras del ilustre profesor y así lo demostró.

La cordialidad, el respeto, no hay que perderlos de vista. Sin embargo, hay que dejar de lado el sentimentalismo, lo que yo llamo el 'mimoseo'. "El profesor es transmisor" y esa es su función. Por eso no hace falta ser el simpático de turno o el coleguilla de los alumnos. Si algo aprendí de la sesión es que no hay que entrar en el aula buscando algo de los alumnos. Al revés, quienes buscan algo son ellos de nosotros, aunque jamás lo acepten.

Si yo me preparo para ser profesora, es porque quiero compartir con los demás lo que tengo, que a su vez fue transmitido por otros. Creo que esta es la mejor manera que tengo de corresponder a lo que recibí.

http://www.unav.es/informacion/noticias/filosofo-antonio-lastra-impartio-clase-master-universitario-profesorado-universidad-navarra

martes, 12 de enero de 2010

Mi primera experiencia como escritora

La escritura honesta refleja sin tapujos el alma, el corazón y los sentimientos del escritor. Por lo que cada uno escribe sobre lo que más le importa y lo que le importa es lo que más piensa. De ahí, la profundidad o superficialidad del autor. De esta manera, si se leyeran varios textos de un mismo autor, se podría llegar a conocerle sin haberle visto jamás. La escritura es reflejo del alma.

En 2º de Historia un profesor me animó a escribir. Teníamos que hacer un pequeño trabajo de investigación sobre el tema que más nos interesara de la asignatura. Fui a hablar con él, y tras hacerme un par de preguntas, me dijo que hiciera un estudio sociológico sobre la gente de mi generación de La Coruña, mi ciudad. Pero no en presente sino en pasado. Es decir, recordar lo que hacíamos, lo que pensábamos, a dónde íbamos y con quien cuando teníamos quince años y describirlo.

En 4º de carrera volví a caer en sus manos. Esta vez ni se lo pensó. Después de la primera experiencia fue directo al grano y empezó a hacerme preguntas algo más personales. Su sutileza es tal que ni te das cuenta de que estás respondiendo. Esta vez me hizo pensar y recordar mucho más. Su propuesta, que nada tenía que ver con la asignatura, era hacer un viaje en el tiempo un poco más lejano. Tenía que recordar el pasado con sus alegrías y sus penas y describir un verano y una Navidad en mi pueblo, Ribadeo, pero con ojos de niña.

El argumento de este profesor, era que yo no podía escribir bien si antes no había escrito sobre mi propia vida, aunque fuera un pequeño diario. Y no porque mi vida fuera especialmente interesante, sino porque para escribir hay que pensar, recordar, reflexionar. La única fuente de los textos era yo, por eso tenía que pensar mucho y acordarme muy bien de todo para ser leal al pasado, aunque los recuerdos siempre vienen matizados. Me parecía tremendamente interesante. Era un ejercicio precioso al que yo nunca me había sometido por simple pereza. Se lo recomiendo a todo el mundo. Como historiadora tenía que conocer, para empezar, mi propia historia, y no se encontraba en los libros. Gracias a la escritura de estos recuerdos de mi corta vida, no solo los tengo guardados en el ordenador para leerlos cuando quiera, sino que ahora, los tengo ordenados.

Al plasmarlo en un papel, es mucho más fácil tener perspectiva para poder colocar cada cosa en su sitio. Yo siempre recomiendo que cuando haya que tomar una decisión es mejor coger un papel, dividirlo en dos y escribir en un lado los pros y en el otro los contras, se ve todo con más claridad.

Mi profesor solo me puso una condición, que empezara haciéndolo a mano. Se dio cuenta de que yo solo utilizaba el ordenador para los trabajos académicos. Así que me dijo que escribiera a mano, que tachara, que corrigiera y que ya lo pasaríamos a limpio, a ordenador. Tenía miedo de que no me abriera, que no profundizara lo suficiente delante del ordenador, pero sí sabía que lo haría con el boli Bic.

La escritura a mano para mí es fundamental. Es cierto que el ordenador facilita muchísimo la escritura, pero la grafía de cada uno ya nos está mostrando un poco más del autor. Con el ordenador vas muchísimo más deprisa, puedes borrar todas las veces que quieras, cambiar la presentación del texto, el interlineado, todo. Pero cuando tengo que escribir una carta, y más para alguien querido, lo hago a mano. Cuidar la presentación, la buena letra, la pluma, ya me parecen muestras de cariño y afecto hacia el destinatario. No obstante, yo le sigo agradeciendo a mi madre que me regalara un ordenador.

lunes, 11 de enero de 2010

Desgaste de las palabras

Por curiosidad me he introducido en el mundo de google y he buscado los resultados de la intimidad compartida. Para mi sorpresa, no todo el mundo entiende lo mismo por intimidad. Por eso no he podido resistirme a escribir lo que pienso sobre el asunto y así aclarar a mis futuros o presentes lectores lo que yo quiero decir con intimidad.

Lo primero que he hecho ha sido ir a la Real Academia Española y buscar la definición de intimidad. Y en su segunda acepción dice lo siguiente: zona espiritual íntima y reservada de una persona o de un grupo, especialmente de una familia.

Me gustaría resaltar lo de zona espiritual. No dice zona corporal o zona sexual, sino espiritual. Eso significa del espíritu, lo más grande del ser humano. Entiendo con esta definición que la intimidad se tiene que cultivar desde la razón, que es de uso privado, salvo lo que se puede comunicar y que se encuentra, fundamentalmente, en el núcleo familiar. De ahí mi sorpresa cuando vi los resultados de google.

No confundamos intimidad con lo que se realiza en la intimidad y no debe ser compartido. Intimidad es para mi lo más profundo de los pensamientos, del corazón, por eso nos resulta violento compartirlo y comunicarlo. En cambio parece que hoy en día hay cosas que no nos cuesta mostrar. Sobre todo cuando se trata de la intimidad de los demás, eso no nos importa comentarlo y 'compartirlo'.

Cultivemos lo que tenemos y no nos olvidemos de que la intimidad es espiritual.

¿Pensamos?

Mis ganas de ser filósofa han aumentado considerablemente. Lo que más me gusta, es que para serlo hay que pensar. Algo que me parece fundamental y tremendamente interesante. El problema, es que tenemos pánico a pensar. Lo que podemos encontrar en la reflexión de nuestra vida igual no nos gusta demasiado, por eso muchas veces huimos del recuerdo, de la reflexión. La consecuencia de esta actitud pasiva podría ser una vida vacía, un pensamiento superficial, sin fondo. Cuando creo que en el presente vivimos del pasado y forjamos el futuro, por eso es fundamental ahondar en la interioridad de cada uno sin miedo. “Cada uno es como quiere ser” tendremos lo que forjemos ahora, así que es rentable pensar un poco, aunque solo sea por asegurarnos un futuro más o menos digno.

También es cierto, que el ambiente no acompaña. Vivimos en el mundo de la imagen, de la información inmediata, de los estímulos constantes. Por eso creo que ahora son pocos los que se dedican a pensar. Para la mayoría, es una pérdida de tiempo. Para qué vas a pensar si ya piensan otros por ti. Si enciendes la televisión, ya te dicen lo que tienes que comer, qué tienes que comprar, a donde te tienes que ir de vacaciones y muchas cosas más. Es lo triste, que dejamos que decidan por nosotros sin reparar en las consecuencias y mucho menos en lo que nosotros mismos opinamos.

¿Por qué no pensamos? ¿Nos da miedo descubrir lo poco que somos y lo poco que sabemos?
Sin embargo, para ser buen filósofo no llega con pensar, hay que estar “dispuesto a cambiar”. Esto significa que hay que ser humilde para reconocer los propios errores y poder ir mejorando en aquello en lo que fallamos. Ser humilde es reconocer las virtudes para poder aprovecharlas al máximo y los defectos para poder corregirlos. Me parece una tarea apasionante y muy práctica porque para poder conocer y querer a los demás, primero lo tenemos que hacer con nosotros mismos y el hombre es un ser social que vive en relación con los que le rodean.

Pero esta humildad se traduce en el buen aprendizaje. Aquel que cree saber mucho nunca aprenderá y en mi opinión, el que cree saber mucho tampoco debe de pensar demasiado. No hace falta hacer muchos esfuerzos para que uno se de cuenta de que su capacidad es limitada y de que en realidad se sabe mucho menos de lo que se cree.

A la hora de aprender también hay que atender, prestar atención en lo que se lee, en lo que se escucha, en lo que se ve. “La actitud atenta que es necesaria para desarrollar un trabajo intelectual es fruto de la paz interior, del sosiego del alma”. Yo entiendo perfectamente que los jóvenes no atiendan ni presten atención a lo que hacen. Porque no tienen paz. Y ya no solo los adolescentes del instituto, sino también los ‘adolescentes’ universitarios. No tienen paz, no viven tranquilos. Para eso hay que conocerse, saber lo que se busca, tener claras las metas. Nos dejamos llevar por el día a día, lo que tenga que venir que venga, pero no voy a pensar en el futuro porque me canso. Y porque como vea algo que no me gusta me asustaré, porque tendré lo que forjo ahora.

Hay que aprender a aprender, aprender a reflexionar, aprender a tener un orden interno que nos ayude a vivir en armonía con lo que pensamos, con lo que queremos, con lo que sentimos. Una convivencia pacífica entre voluntad, razón y corazón. Por nuestro bien ya no solo físico y psíquico, sino también intelectual. Porque aprendiendo, es como se disfruta de todas las posibilidades que te ofrece la vida.

El valor de la amistad

http://www.unav.es/informacion/noticias/amistad-tiene-valor-humanizacion-afirma-ana-mª-romero-master-universitario-profesorado

Animarse a escribir

Acabo de crear mi primer blog y estoy un poco asustada. Quiero compartir con vosotros esta experiencia, por eso os invito a que participeis conmigo en el juego de la escritura.

Quien tenga miedo, como yo, a empezar a escribir, este es el momento y el lugar apropiado. Que seamos novatos no significa que vayamos a fracasar. Evidentemente, cuando se comienza algo siempre hay algún tropiezo, pero con ilusión y con esfuerzo esos pequeños obstáculos son los que nos ayudarán a mejorar.

El mundo de la escritura es fascinante e invitos a todos a asomarse a él. ¿Y sobre qué se escribe? sobre lo que se quiera, sobre lo que se piensa. Cuando se coge un papel en blanco y un bolígrafo, se siente vértigo. Pero una vez que se escribe la primera línea, ya no se puede parar. Hay muchas cosas que contar y a todos nos gusta que nos escuchen. ¿Qué mejor manera que la escritura? Siempre habrá alguien que nos lea, aunque seamos nosotros mismos diez años después. La memoria es limitada y las palabras se las lleva el viento, por eso cuando plasmamos en un papel todo aquello que nos parece digno de ser escrito, sentimos que hemos sido escuchados, sentimos seguridad.

¿Miedo a escribir? no hay que tenerlo. De hecho, con leer es lo primero que aprendemos en el colegio de pequeñitos así que será lo más importante.

Ánimo y adelante.