El martes tuvimos la suerte de escuchar una lección magistral de un buen profesor. Buen profesor no porque fuera benevolente con nosotros, todo lo contrario, sino que era buen profesor porque consiguió mantener nuestra atención durante una hora y media. No es fácil por muy universitarios y posgrado que seamos, aseguro que no todos lo consiguen.
Algo que me llamó poderosamente la atención fue la claridad de sus ideas. Dejó patente que las tenía muy pensadas y reflexionadas. Fundamental para una buena exposición. Consiguió dejarnos atónitos, 'pegados a la silla'. Tenía una metodología curiosa en su forma de preguntar. Algunos podrían decir que era excesivamente frío, otros incluso que impertinente, e incluso se podría llegar a decir que en algunos momentos fue humillante. No obstante, hay que ir más allá. Que un profesor sea 'amable' no significa que sea mejor que otros. "El profesor no es amigo de sus alumnos mientras sean sus alumnos". Palabras del ilustre profesor y así lo demostró.
La cordialidad, el respeto, no hay que perderlos de vista. Sin embargo, hay que dejar de lado el sentimentalismo, lo que yo llamo el 'mimoseo'. "El profesor es transmisor" y esa es su función. Por eso no hace falta ser el simpático de turno o el coleguilla de los alumnos. Si algo aprendí de la sesión es que no hay que entrar en el aula buscando algo de los alumnos. Al revés, quienes buscan algo son ellos de nosotros, aunque jamás lo acepten.
Si yo me preparo para ser profesora, es porque quiero compartir con los demás lo que tengo, que a su vez fue transmitido por otros. Creo que esta es la mejor manera que tengo de corresponder a lo que recibí.
http://www.unav.es/informacion/noticias/filosofo-antonio-lastra-impartio-clase-master-universitario-profesorado-universidad-navarra
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