jueves, 21 de octubre de 2010

Ya soy profesora

Es increíble lo rápido que pasa el tiempo. Hace nada estaba sentada en un pupitre con el uniforme puesto y un cuaderno de hojas cuadriculadas encima de la mesa. Hoy me encuentro sentada en una mesa grande con el libro de texto abierto en el tema 3 y una pizarra digital a mi espalda esperando a ser utilizada. Me he pasado al otro bando. Ahora soy profesora, he dejado de ser alumna.

Cuando las veo a todas sentadas esperando que empiece a hablar o cuando me las cruzo por el pasillo, en el comedor o en el recreo, son tantos los recuerdos que me vienen a la cabeza que las envidio profundamente. Pero solo durante unos segundos. Ahora me toca dar a mí todo lo que en su momento recibí.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Terminan mis prácticas

Ya terminan mis prácticas en el colegio. Lo que significa que la próxima vez que vaya a un colegio será con un contrato como profesora. Qué emoción!!!!

Estas prácticas me han servido para darme cuenta de lo que es la profesión de docente, a la que me voy a dedicar los próximos cuarenta años de mi vida. Es fuerte decirlo pero es así. Ya puedo estar segura de ello porque dedicarte a algo que no te gusta debe de ser frustrante. No obstante, lo estoy. Mi profesión, y la de todos los docentes, es compartir con los demás lo que tenemos, enseñar a aprender y aprender de quienes enseñamos. Es bonito aunque no quita para que sea duro.

Empieza ahora una nueva etapa, "la etapa". Como dice mi hermano, "hasta aquí ha sido el entrenamiento ahora empieza el partido".

martes, 4 de mayo de 2010

1º de Bachillerato

El jueves 29 de abril me enfrenté a los alumnos de 1º de Bachillerato. Treinta y cinco chicos y chicas de 16 y 17 años. ¡¡Lo que significa que yo solo les llevo 6 años!! Este era mi mayor miedo cuando me dijeron que tenía que darles clase. Pensé en mí cuando tenía su edad y una profesora nueva y joven era el blanco perfecto para todo tipo de burlas, comentarios, risas. En fin, no sabía qué iba a pasar.

El tema era la Guerra Fría. A mí me parece muy interesante, ahora bien, comprendo que a las 8:30 de la mañana puede resultar un poco aburrida. Aún así, no sé si porque soy nueva o porque estaban muy dormidos, se portaron estupendamente. Participaron todo lo que se puede participar a esas horas de la mañana y me escucharon con atención. La tentación de hablar con el compañero o de desconectar es muy fuerte y creo que supieron controlarla bastante bien.

Al principio estaba muy nerviosa, creo que se me notó, pero como me encanta hacer teatro disimulé todo lo que pude. Siempre he pensado que un buen profesor tiene que ser un buen actor, así que no sólo expuse mi lección sino que practiqué mis escasas dotes como actriz.

jueves, 29 de abril de 2010

Dos semanas de prácticas

Después de dos semanas en el cole tengo muchas cosas que contar. Primero las curiosidades. Ayer tuvimos 'el simulacro'. Llevábamos esperando este momento una semana y por fin llegó. Me encontraba en la sala de profesores cuando empezó a sonar un ruido fortísimo y tan agudo que todos botamos en la sillas. A continuación, me entró la risa. Nadie sabía lo que tenía que hacer. Hasta que descubrimos que se trataba de una alarma de bomba pasaron treinta segundos. En este caso hay que abrir todas las ventanas, otros treinta segundos. Después empezamos a andar hacia la salida, sin rumbo y preguntando a quien nos encontrábamos qué teníamos que hacer. Salimos a la calle sin dirección. Los alumnos todavía no habían empezado a bajar de las clases. Pudimos tardar, más o menos, cinco minutos. La verdad es que lo podríamos haber hecho mejor.

Los alumnos encantados porque nos estábamos perdiendo clase. Pedían a gritos que la semana que viene practicáramos la alarma de incendios, que requiere otro procedimiento. En fin, en el colegio todos los días pasa algo.

viernes, 16 de abril de 2010

Llegó el viernes

Hoy es viernes. Mi primer viernes como profesora. Ya puedo decir que esta profesión es agotadora. Estoy sintiendo lo que sienten los profesores. Ahora entiendo muchas cosas de los viernes. Cuando era alumna los viernes eran días especiales. Se notaba en el ambiente. En la Universidad no se aprecia tanto pero en el colegio eran mágicos. Las profesoras deseaban el viernes más que nosotras, normal, y hacían todo lo posible para que no lo notáramos. No obstante, las poníamos a prueba constantemente. En fin, qué distintas veo las cosas ahora que soy profesora.

En esta mañana de viernes, he tenido la oportunidad de impartir dos clases. 2º de ESO A y B. Genial. La verdad es que he terminado muy contenta. En el A han hablado sin parar, pero no me importa. Es normal. Lo que más me ha entristecido fue la contestación a la siguiente pregunta: "¿Os ha parecido la clase muy aburrida?" Contestación: "Es que no nos interesa para nada lo que nos cuentes. La historia y el arte nos aburren muchísimo". Esto es la adolescencia. No solo es desinterés, sino que el problema está en que aunque les haya encantado no lo van a reconocer. ¿Cómo sabemos cuándo dicen realmente lo que piensan? No lo sé. Me lo apunto para pensarlo y observarlo.

Cuando fui a 2º B el asunto cambió. Tuve media hora de recreo entre clase y clase para reflexionar sobre lo que me dijeron los alumnos y ver qué método podía emplear ahora. Mi sorpresa fue que esta clase era completamente diferente a la anterior. Los alumnos me esperaban sentados, callados y con el libro en la mesa. No hablaron entre ellos en ningún momento. Había voluntarios para leer en alto. Se emocionaron con lo que les enseñé. Y más me emocioné yo cuando vi que me correspondían. Experimenté lo gratificante que es enseñar.

Gracias 2º B, porque habéis hecho que disfrutara muchísimo con vosotros.

Hasta la semana que viene.

Cuarto día como profesora

La II Guerra Mundial nos esperaba impaciente en 1º de Bachillerato. Treinta alumnos sentados en sus pupitres a las 8:30 de la mañana tienen mucho mérito. Es cierto que su obligación es ir a clase y atender, son estudiantes. Aún así, les admiro. No sé si por la proximidad en edad o porque sigo siendo estudiante, me parece que tienen mucho valor.


Hoy estos chicos me han dado una lección de obediencia y disciplina. En un momento dado, sonó un teléfono móvil. La dueña, ni corta ni perezosa, con toda la dignidad del mundo abrió la mochila, lo apagó, se levantó y se lo dio al profesor. No hubo riñas, ni discusiones y la clase prácticamente ni se interrumpió. Impresionante. Cuando se lo comenté al profesor me dijo: "Yo soy muy claro con ellos. Las normas son así, las conocen y saben que tienen que cumplirlas". Tan sencillo como esto.


Mi enhorabuena a este centro educativo, porque semejante muestra de buen comportamiento no se encuentra fácilmente.

Miércoles

Me espera un día emocionante, 2º de Bachillerato. Clase de Historia y Geografía. Cuando me senté en el pupitre con ellos me miraban extrañados y curiosos. Se preguntaban unos a otros quién era yo creyendo que no les estaba escuchando o que no me estaba dando cuenta. Claramente los profesores se enteran de todo. En ese momento me di cuenta de que cuando era alumna y creía que los profesores no me escuchaban y podía tomarles el pelo, era mentira. En realidad lo ven y lo escuchan todo pero disimulan. Son unos actores buenísimos. Sin embargo, ¿por qué lo harán?Empiezo a encontrar los motivos; no obstante, seguiré buscando más esta semana. Es muy importante que vaya conociendo las estrategias como profesora, las tácticas infalibles para captar la atención de los alumnos.


Quiero aprender a enseñar, tengo que tener los ojos bien abiertos.

Segundo día de prácticas

Vayamos a los asuntos más prácticos. Ayer me tocó ver las instalaciones del colegio, hoy configuramos el horario, estudiamos las labores que tengo que realizar, y tiempo de dudas y reflexión. Pero mi pasividad terminó pronto. En 2º de ESO B tenían clase de Sociales y allí que fui yo.


La profesora, mi tutora, me presentó a los alumnos que educadamente me saludaron. A continuación, como una más, me senté en el fondo del aula, discreta pero muy observadora. Aunque algo tenía que pasar. A mitad de la clase mi garganta se empezó a irritar, la típica tos tonta vino a mí. Las alumnas me miraban y la profesora prefirió no hacerme caso, lo agradecí. Me sentí como una niña pequeña, me estaba ‘portando’ peor que ellas. La alumna que tenía delante de mi se giró preocupada intentando ayudarme. “¿Estás bien?” preguntó. Un detalle que me llamó la atención y que fue muestra de la educación de estos chicos.


El tema de hoy, “La Arquitectura Renacentista”: emocionante, precioso y muy interesante. Los alumnos prestaban mucha atención, me sorprendió poderosamente lo atentos que estaban y lo participativos que eran. Pensé, "así cualquiera da clase". Qué ingenua soy.


La verdad es que esta profesión a veces puede resultar un poco dura, ahora bien, es la más agradecida de todas. Si un profesor es capaz de conquistar a sus alumnos, estos responden de inmediato porque les sale natural, porque están deseosos de que alguien les preste atención. Es maravilloso ver cómo los alumnos aprenden, como adquieren conocimientos, ideas que eres tú, profesor, quien se las enseña.


Es una profesión con mucha responsabilidad. Tratamos con personas y formamos su espíritu. No se puede obviar nada. Pero lo iremos descubriendo a lo largo de esta semana.

martes, 13 de abril de 2010

Prácticas como profesora

Hoy ha sido mi primer día de prácticas. A las 8:45 de la mañana salí de casa directa al colegio para aprender a enseñar. Me esperan dos meses de intensa actividad que afronto con gran ilusión. Estoy ansiosa de dar una clase, de estar con los alumnos, de ver cómo se mueven.

Al llegar al colegio me recibieron muy bien. Me estaban esperando. El director de secundaria fue el encargado de enseñarme las instalaciones del colegio, de explicarme los horarios y de presentarme a los profesores, a los que ya puedo llamar 'colegas' de profesión. He pasado al otro bando del aula. Ya no soy la que escucha, soy la que habla. Y me enorgullece profundamente poder compartir con los demás lo que sé. Mi tarea aquí es aprender a saber comunicarlo de la mejor manera posible.

Es un colegio pequeño, no hay demasiados alumnos. Es acogedor. Creo que así será más fácil, por lo menos ahora, que es el principio, conocer e implicarme más en las actividades del colegio. Me cuentan que tengo que impartir alguna clase, no me da miedo. Al fin voy a poder poner en práctica todo lo que he aprendido y todo lo que he pensado e imaginado que haría cuando fuese profesora.

Mañana es el segundo día, me intriga lo que pueda pasar. Porque como me decía mi hermano mayor "en el colegio todos los días pasa algo".

viernes, 15 de enero de 2010

Sesión Antonio Lastra

El martes tuvimos la suerte de escuchar una lección magistral de un buen profesor. Buen profesor no porque fuera benevolente con nosotros, todo lo contrario, sino que era buen profesor porque consiguió mantener nuestra atención durante una hora y media. No es fácil por muy universitarios y posgrado que seamos, aseguro que no todos lo consiguen.

Algo que me llamó poderosamente la atención fue la claridad de sus ideas. Dejó patente que las tenía muy pensadas y reflexionadas. Fundamental para una buena exposición. Consiguió dejarnos atónitos, 'pegados a la silla'. Tenía una metodología curiosa en su forma de preguntar. Algunos podrían decir que era excesivamente frío, otros incluso que impertinente, e incluso se podría llegar a decir que en algunos momentos fue humillante. No obstante, hay que ir más allá. Que un profesor sea 'amable' no significa que sea mejor que otros. "El profesor no es amigo de sus alumnos mientras sean sus alumnos". Palabras del ilustre profesor y así lo demostró.

La cordialidad, el respeto, no hay que perderlos de vista. Sin embargo, hay que dejar de lado el sentimentalismo, lo que yo llamo el 'mimoseo'. "El profesor es transmisor" y esa es su función. Por eso no hace falta ser el simpático de turno o el coleguilla de los alumnos. Si algo aprendí de la sesión es que no hay que entrar en el aula buscando algo de los alumnos. Al revés, quienes buscan algo son ellos de nosotros, aunque jamás lo acepten.

Si yo me preparo para ser profesora, es porque quiero compartir con los demás lo que tengo, que a su vez fue transmitido por otros. Creo que esta es la mejor manera que tengo de corresponder a lo que recibí.

http://www.unav.es/informacion/noticias/filosofo-antonio-lastra-impartio-clase-master-universitario-profesorado-universidad-navarra

martes, 12 de enero de 2010

Mi primera experiencia como escritora

La escritura honesta refleja sin tapujos el alma, el corazón y los sentimientos del escritor. Por lo que cada uno escribe sobre lo que más le importa y lo que le importa es lo que más piensa. De ahí, la profundidad o superficialidad del autor. De esta manera, si se leyeran varios textos de un mismo autor, se podría llegar a conocerle sin haberle visto jamás. La escritura es reflejo del alma.

En 2º de Historia un profesor me animó a escribir. Teníamos que hacer un pequeño trabajo de investigación sobre el tema que más nos interesara de la asignatura. Fui a hablar con él, y tras hacerme un par de preguntas, me dijo que hiciera un estudio sociológico sobre la gente de mi generación de La Coruña, mi ciudad. Pero no en presente sino en pasado. Es decir, recordar lo que hacíamos, lo que pensábamos, a dónde íbamos y con quien cuando teníamos quince años y describirlo.

En 4º de carrera volví a caer en sus manos. Esta vez ni se lo pensó. Después de la primera experiencia fue directo al grano y empezó a hacerme preguntas algo más personales. Su sutileza es tal que ni te das cuenta de que estás respondiendo. Esta vez me hizo pensar y recordar mucho más. Su propuesta, que nada tenía que ver con la asignatura, era hacer un viaje en el tiempo un poco más lejano. Tenía que recordar el pasado con sus alegrías y sus penas y describir un verano y una Navidad en mi pueblo, Ribadeo, pero con ojos de niña.

El argumento de este profesor, era que yo no podía escribir bien si antes no había escrito sobre mi propia vida, aunque fuera un pequeño diario. Y no porque mi vida fuera especialmente interesante, sino porque para escribir hay que pensar, recordar, reflexionar. La única fuente de los textos era yo, por eso tenía que pensar mucho y acordarme muy bien de todo para ser leal al pasado, aunque los recuerdos siempre vienen matizados. Me parecía tremendamente interesante. Era un ejercicio precioso al que yo nunca me había sometido por simple pereza. Se lo recomiendo a todo el mundo. Como historiadora tenía que conocer, para empezar, mi propia historia, y no se encontraba en los libros. Gracias a la escritura de estos recuerdos de mi corta vida, no solo los tengo guardados en el ordenador para leerlos cuando quiera, sino que ahora, los tengo ordenados.

Al plasmarlo en un papel, es mucho más fácil tener perspectiva para poder colocar cada cosa en su sitio. Yo siempre recomiendo que cuando haya que tomar una decisión es mejor coger un papel, dividirlo en dos y escribir en un lado los pros y en el otro los contras, se ve todo con más claridad.

Mi profesor solo me puso una condición, que empezara haciéndolo a mano. Se dio cuenta de que yo solo utilizaba el ordenador para los trabajos académicos. Así que me dijo que escribiera a mano, que tachara, que corrigiera y que ya lo pasaríamos a limpio, a ordenador. Tenía miedo de que no me abriera, que no profundizara lo suficiente delante del ordenador, pero sí sabía que lo haría con el boli Bic.

La escritura a mano para mí es fundamental. Es cierto que el ordenador facilita muchísimo la escritura, pero la grafía de cada uno ya nos está mostrando un poco más del autor. Con el ordenador vas muchísimo más deprisa, puedes borrar todas las veces que quieras, cambiar la presentación del texto, el interlineado, todo. Pero cuando tengo que escribir una carta, y más para alguien querido, lo hago a mano. Cuidar la presentación, la buena letra, la pluma, ya me parecen muestras de cariño y afecto hacia el destinatario. No obstante, yo le sigo agradeciendo a mi madre que me regalara un ordenador.

lunes, 11 de enero de 2010

Desgaste de las palabras

Por curiosidad me he introducido en el mundo de google y he buscado los resultados de la intimidad compartida. Para mi sorpresa, no todo el mundo entiende lo mismo por intimidad. Por eso no he podido resistirme a escribir lo que pienso sobre el asunto y así aclarar a mis futuros o presentes lectores lo que yo quiero decir con intimidad.

Lo primero que he hecho ha sido ir a la Real Academia Española y buscar la definición de intimidad. Y en su segunda acepción dice lo siguiente: zona espiritual íntima y reservada de una persona o de un grupo, especialmente de una familia.

Me gustaría resaltar lo de zona espiritual. No dice zona corporal o zona sexual, sino espiritual. Eso significa del espíritu, lo más grande del ser humano. Entiendo con esta definición que la intimidad se tiene que cultivar desde la razón, que es de uso privado, salvo lo que se puede comunicar y que se encuentra, fundamentalmente, en el núcleo familiar. De ahí mi sorpresa cuando vi los resultados de google.

No confundamos intimidad con lo que se realiza en la intimidad y no debe ser compartido. Intimidad es para mi lo más profundo de los pensamientos, del corazón, por eso nos resulta violento compartirlo y comunicarlo. En cambio parece que hoy en día hay cosas que no nos cuesta mostrar. Sobre todo cuando se trata de la intimidad de los demás, eso no nos importa comentarlo y 'compartirlo'.

Cultivemos lo que tenemos y no nos olvidemos de que la intimidad es espiritual.

¿Pensamos?

Mis ganas de ser filósofa han aumentado considerablemente. Lo que más me gusta, es que para serlo hay que pensar. Algo que me parece fundamental y tremendamente interesante. El problema, es que tenemos pánico a pensar. Lo que podemos encontrar en la reflexión de nuestra vida igual no nos gusta demasiado, por eso muchas veces huimos del recuerdo, de la reflexión. La consecuencia de esta actitud pasiva podría ser una vida vacía, un pensamiento superficial, sin fondo. Cuando creo que en el presente vivimos del pasado y forjamos el futuro, por eso es fundamental ahondar en la interioridad de cada uno sin miedo. “Cada uno es como quiere ser” tendremos lo que forjemos ahora, así que es rentable pensar un poco, aunque solo sea por asegurarnos un futuro más o menos digno.

También es cierto, que el ambiente no acompaña. Vivimos en el mundo de la imagen, de la información inmediata, de los estímulos constantes. Por eso creo que ahora son pocos los que se dedican a pensar. Para la mayoría, es una pérdida de tiempo. Para qué vas a pensar si ya piensan otros por ti. Si enciendes la televisión, ya te dicen lo que tienes que comer, qué tienes que comprar, a donde te tienes que ir de vacaciones y muchas cosas más. Es lo triste, que dejamos que decidan por nosotros sin reparar en las consecuencias y mucho menos en lo que nosotros mismos opinamos.

¿Por qué no pensamos? ¿Nos da miedo descubrir lo poco que somos y lo poco que sabemos?
Sin embargo, para ser buen filósofo no llega con pensar, hay que estar “dispuesto a cambiar”. Esto significa que hay que ser humilde para reconocer los propios errores y poder ir mejorando en aquello en lo que fallamos. Ser humilde es reconocer las virtudes para poder aprovecharlas al máximo y los defectos para poder corregirlos. Me parece una tarea apasionante y muy práctica porque para poder conocer y querer a los demás, primero lo tenemos que hacer con nosotros mismos y el hombre es un ser social que vive en relación con los que le rodean.

Pero esta humildad se traduce en el buen aprendizaje. Aquel que cree saber mucho nunca aprenderá y en mi opinión, el que cree saber mucho tampoco debe de pensar demasiado. No hace falta hacer muchos esfuerzos para que uno se de cuenta de que su capacidad es limitada y de que en realidad se sabe mucho menos de lo que se cree.

A la hora de aprender también hay que atender, prestar atención en lo que se lee, en lo que se escucha, en lo que se ve. “La actitud atenta que es necesaria para desarrollar un trabajo intelectual es fruto de la paz interior, del sosiego del alma”. Yo entiendo perfectamente que los jóvenes no atiendan ni presten atención a lo que hacen. Porque no tienen paz. Y ya no solo los adolescentes del instituto, sino también los ‘adolescentes’ universitarios. No tienen paz, no viven tranquilos. Para eso hay que conocerse, saber lo que se busca, tener claras las metas. Nos dejamos llevar por el día a día, lo que tenga que venir que venga, pero no voy a pensar en el futuro porque me canso. Y porque como vea algo que no me gusta me asustaré, porque tendré lo que forjo ahora.

Hay que aprender a aprender, aprender a reflexionar, aprender a tener un orden interno que nos ayude a vivir en armonía con lo que pensamos, con lo que queremos, con lo que sentimos. Una convivencia pacífica entre voluntad, razón y corazón. Por nuestro bien ya no solo físico y psíquico, sino también intelectual. Porque aprendiendo, es como se disfruta de todas las posibilidades que te ofrece la vida.

El valor de la amistad

http://www.unav.es/informacion/noticias/amistad-tiene-valor-humanizacion-afirma-ana-mª-romero-master-universitario-profesorado

Animarse a escribir

Acabo de crear mi primer blog y estoy un poco asustada. Quiero compartir con vosotros esta experiencia, por eso os invito a que participeis conmigo en el juego de la escritura.

Quien tenga miedo, como yo, a empezar a escribir, este es el momento y el lugar apropiado. Que seamos novatos no significa que vayamos a fracasar. Evidentemente, cuando se comienza algo siempre hay algún tropiezo, pero con ilusión y con esfuerzo esos pequeños obstáculos son los que nos ayudarán a mejorar.

El mundo de la escritura es fascinante e invitos a todos a asomarse a él. ¿Y sobre qué se escribe? sobre lo que se quiera, sobre lo que se piensa. Cuando se coge un papel en blanco y un bolígrafo, se siente vértigo. Pero una vez que se escribe la primera línea, ya no se puede parar. Hay muchas cosas que contar y a todos nos gusta que nos escuchen. ¿Qué mejor manera que la escritura? Siempre habrá alguien que nos lea, aunque seamos nosotros mismos diez años después. La memoria es limitada y las palabras se las lleva el viento, por eso cuando plasmamos en un papel todo aquello que nos parece digno de ser escrito, sentimos que hemos sido escuchados, sentimos seguridad.

¿Miedo a escribir? no hay que tenerlo. De hecho, con leer es lo primero que aprendemos en el colegio de pequeñitos así que será lo más importante.

Ánimo y adelante.