En esta mañana de viernes, he tenido la oportunidad de impartir dos clases. 2º de ESO A y B. Genial. La verdad es que he terminado muy contenta. En el A han hablado sin parar, pero no me importa. Es normal. Lo que más me ha entristecido fue la contestación a la siguiente pregunta: "¿Os ha parecido la clase muy aburrida?" Contestación: "Es que no nos interesa para nada lo que nos cuentes. La historia y el arte nos aburren muchísimo". Esto es la adolescencia. No solo es desinterés, sino que el problema está en que aunque les haya encantado no lo van a reconocer. ¿Cómo sabemos cuándo dicen realmente lo que piensan? No lo sé. Me lo apunto para pensarlo y observarlo.
Cuando fui a 2º B el asunto cambió. Tuve media hora de recreo entre clase y clase para reflexionar sobre lo que me dijeron los alumnos y ver qué método podía emplear ahora. Mi sorpresa fue que esta clase era completamente diferente a la anterior. Los alumnos me esperaban sentados, callados y con el libro en la mesa. No hablaron entre ellos en ningún momento. Había voluntarios para leer en alto. Se emocionaron con lo que les enseñé. Y más me emocioné yo cuando vi que me correspondían. Experimenté lo gratificante que es enseñar.
Gracias 2º B, porque habéis hecho que disfrutara muchísimo con vosotros.
Hasta la semana que viene.
esto va cogiendo ritmo...
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